lunes, agosto 30, 2004

Nuevas reflexiones

Me dicen que últimamente estoy inspirada (deben apreciarme profundamente), así que aprovecharé este momento de solaz para seguir asaeteando vuestro correo en vez de dedicarme a mirar la caja tonta.

Antes de que me olvide, fijaos en la letra de la canción "Roses" de Outkast. No tiene desperdicio...

Hoy tocan valores y no precisamente los de bolsa.

Dignidad: (R.A.E.) Cualidad de digno. Respeto que merece alguien, especialmente uno mismo. Excelencia, realce. Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse.

Me gustaría creer que no tenemos precio, pero cuando te abordan en la discoteca ofreciéndote un intercambio cubatas/sexo, empiezo a pensar que anteriormente les ha dado resultados positivos, lo que hace que me suma en un estado de cabreo/vergüenza ajena/depresión de narices. Malo es que ellos sean más simples que el mecanismo de un abrelatas y que se crean ingeniosos cuando realmente son lamentables; el colmo del patetismo es que a muchas mujeres les hace gracia y aceptan. Lo han visto estos ojitos que ahora están pendientes de la pantalla y estos oídos que escuchan "el piano" de Nyman. Y no iba sola. Mi acompañante, con todo su "savoir faire" los mandó a los alrededores del Camp Nou a buscar lo que nosotras no teníamos en mente concederles (ni por un cubata ni por cien). A menos de tres metros de nuestro puesto de vigías, encontraron a dos victimas (?) que aceptaron la proposición. No contentos con eso, cuando se acercaron a nuestra situación para pedir las bebidas, insistieron en el tema. Y las susodichas qué hicieron al verlo? absolutamente nada, tenían cubatas gratis...

No hablaré de hombres, que tienen capítulo aparte, pero sí de aquellas mujeres que por sexo, dinero, cariño o lo que sea, se pierden el respeto a sí mismas. Qué precio estamos dispuestas a pagar por ello? Cambiaré la pregunta: por cual de esos motivos estamos dispuestas a vendernos? El valor de las cosas materiales o no, es tan subjetivo que solamente uno mismo puede decidir si un precio es justo. Pero hay bienes preciados que todos poseemos y no sabemos valorar del todo. El autorrespeto y la dignidad son tan valiosos que pagar con ellos siempre sale demasiado caro. Es preferible estar mal acompañada que sola? Necesitamos a alguien para compartir facturas? El sexo es tan importante? Autoestima. Esfuerzo. Onanismo. He dicho vendernos, cuando se trata de amor la cosa cambia. No pretendo dogmatizar ni sentar cátedra.

Es interesante observar la fauna autóctona que se mueve por estos lugares. Están las excursionistas del geriátrico, Nureyev del tres al cuarto, voyeurs, cazadores de mamuts, princesas en busca de la rana gustavo y, que no me olvide, nuestro calvo risueño (con todo esto Sabina haría una canción). Todos en la misma secta. Solo faltaba el Apeles. Debíamos tener el aura sociable, porque hasta se acercó un entendido en abanicos preguntando si estabamos mandando mensajes crípticos.

Del virus del romanticismo y otras enfermedades contagiosas.

Es un virus que ataca a 150 de cada 100 mujeres y que produce un efecto de sombra color rosa sobre la inteligencia de la paciente. En ocasiones, ha llegado a producir un verdadero surco en la corteza del cerebro de la víctima, provocándole febriles alucinaciones, como ver príncipes en los sapos, la ilusión de que un hombre es diferente a otro, etc. O, lo que aún es peor, puede llegar a trabajar toda la vida para ser Madonna y terminar vestida de traje sastre. Los estudios han demostrado además -de forma incontrovertible- que, a lo largo de la historia, los hombres han cruzado océanos en busca de nuevos mundos, y las mujeres han cruzado los océanos para casarse con alguien al que nunca han visto; los hombres han explorado el mar, la tierra, las montañas y el espacio en busca del origen de la vida, y las mujeres han explorado el cielo, el mar, y la tierra en busca del principe azul; los hombres han estado ocupados tratando de descifrar el mapa genético, y las mujeres han estado ocupadas tratando de descifrarlos a ellos. La investigación ha revelado también que la mayoría de las mujeres tiene una notable tendencia a alucinar, ya que otros de los factores alucinógenos por excelencia son el hambre y la sed. Y como casi todas ellas viven a dieta y nunca pueden comer lo que quieren, alucinan. Pero, sin lugar a dudas, la etapa fértil de una mujer es el caldo de cultivo por excelencia para el virus, ya que con el sexo pasa algo parecido al hambre. Cuando la hormona se alborota, pide y no hay, alucina. Inventa. Es entonces cuando la persona puede llegar a ver príncipes en los mendigos, enamorarse de Drácula o tener sexo sin funda.

Todo el párrafo anterior es ficticio y forma parte de un libro cómico, nada de autoayuda ni terapia de salón, así que nadie se tome esto en serio ni se sienta aludido, que en su dia ya tuve bastante con el cisma que se creó a raiz del texto "Los hombres malos llegan a todas las camas".

Si alguien se disgustó por el mail del miércoles, lo lamento. La persona que más aludida se podía sentir me llamó y hablamos del tema (pese a ser yo producto de su imaginación... ) y el resto... era uno de esos días en que servidora parece quijote peleándose con los molinos de viento. Ya sabéis que algunas veces sólo se me puede leer entre líneas y aplicar única y exclusivamente el contexto. Reitero las excusas. En mis correos expreso opiniones generalizadas, sin referirme a nadie en particular. Aún así, si queréis dar vuestro parecer sobre cualquiera de los temas que trato, tenéis plena libertad para hacerlo. (Intentaré no censurar nada...)

Os dejo en buena compañía, para volver a la cruda realidad del lunes.

Todo de antes. Nada más jamás. Pero jamás tan fracasado. Peor fracasado. Con cuidado jamás peor fracasado. Luz tenue fuente por saber. Saber lo mínimo. Saber nada no. Qué más quisiera. Como mucho lo mínimo mínimo. Lo mínimo minimísimo. No queda otra que ponerse en pie. De algún modo levantarse y en pie. De algún modo en pie. Eso o quejarse. La queja que tanto tarda aún. No. Nada de quejas. Sólo dolor. Sólo levantarse. Un tiempo en que probar. Probar a ver. Probar a decir. Cómo primero yacía. Luego de algún modo de rodillas. Poco a poco. Luego desde ahí aún. Poco a poco. Hasta por fin levantarse. Ahora no. Ahora fracasar mejor peor. Otro. Di otro. Cabeza hundida entre manos impedidas. Vértex vertical. Ojos cerrados con fuerza. Sede de todo. Germen de todo. No hay futuro en esto. Por desdicha sí. Rumbo a lo peor.

"Samuel Beckett"

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