viernes, septiembre 03, 2004

Esto no es una elegía

Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va...
Así empieza una canción de las que califico de "lolailos" pero que viene como anillo al dedo en este momento.
Una parte de mí se está muriendo hoy un poquito, como J.A. No sé qué cojones hago delante del ordenador. Quizá para ahuyentar mis demonios, que son malos malosos. Unos grandes estrategas, lo sabéis? Oportunistas también. Ellos esperan, sin prisas, que llegue el momento oportuno y atacan sin piedad donde más duele.
Lo quiero mucho. Y quiero recordarlo en nuestros buenos momentos, como el año pasado en Blanes con Lola, su perra, que es más conocida que "la monyos" en el paseo marítimo por zamparse hasta lo más incomestible, o cuando me invitaba a su casa y me hacía la puñeta con los menús suculentos que me prepararía (por supuesto, lo que más asco me daba); cuando Jordi lo hacía sonrojar delante de los demás con sus intimidades; cuando nos divertíamos bailando juntos en el esbart. El día de su cumpleaños, en que invitó a 65 amigos, uno por año... Él siempre tan digno, educado, puesto, elegante. Todo un señor de la cabeza a los pies.
El concurso de fuegos artificiales ya nunca será lo mismo. Ni el Pizzaiolo. Ni Blanes. Ni el Esbart. Ni Punto los miércoles por la tarde.
Ya veis, hoy sin palabras rebuscadas lo escribo así, sencillo, para que todo el mundo me entienda y no tengáis que romperos la crisma releyendo y con el diccionario al lado.
No me siento capaz de mas nada. Solo me apetece fumarme un porro, contemplar el techo blanco con manchas azules de mi habitación y no pensar.
Llevo todo el día metida en la cabeza la frase de Fernando Fernan Gomez: A la mierda...

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